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Rita de Cássia Pinheiro dos Santos Castanheira, Brasil

"Hombres y Mujeres deben entender la importancia del feminismo. No hay democracia sin feminismo.”

Ilustración de Adriana Gabriela Mejía Fuentes, Nicaragua


Soy Rita Castanheira, brasileña, vivo en Osório, en el interior del Estado de Rio Grande do Sul. Soy licenciada en Historia y Teología y actualmente estudiante de Nutrición. Como investigadora y escritora doy mi grito de revolución.


Los dos factores principales que me convirtieron en feminista fueron los hechos ocurridos en las elecciones de 2018 en Brasil y la violencia sexual contra niños y niñas.


En 2018, durante la campaña electoral que elegiría al presidente del país, el escenario fue de violencia e intolerancia, especialmente hacia las mujeres. Muchas veces me atacaron en las redes sociales por ser una mujer que presentaba públicamente su opinión política.


Las mujeres son silenciadas en todos los sectores sociales, incluida la política partidaria y electoral, como otra forma de opresión a las mujeres. Vivo en un país que tiene escasa representación femenina en las esferas de poder y aquellas que cumplen roles como diputadas, senadoras, concejalas, vicealcaldesas y alcaldesas, son agredidas verbalmente en diversas situaciones y algunas, incluso, físicamente.

Nuestra sociedad tiene leyes hechas por el patriarcado blanco, hetero y cristiano, desconectadas de la realidad laica, rica en diversidad cultural y naturalmente con diversidad de género. ¡Brasil, el país que más personas trans mata en el mundo y uno de los que más cuerpos femeninos mata, pide a gritos cambios y nuevas leyes para que la realidad cambie! Este cambio es urgente.


Ser negra, económicamente vulnerable, mujer y trans en Brasil aumenta las posibilidades de no volver a casa. Me cansé de ver a hermanos y hermanas asesinados por vivir su sexualidad, me cansé de sufrir violencia por tener una opinión en un país considerado democrático, me cansé de escuchar frases prejuiciosas sobre los vulnerables. Uní mi cansancio y mi indignación para apoyar mi lucha.


Porque me llamo feminista, también soy violentada en las redes sociales, esta violencia encontró fuerza para existir, para existir en la sociedad, que quiere seguir anulándonos.


Antes de las elecciones municipales de 2020 creé una red de empoderamiento para que las mujeres pudieran apoyarse y luchar. Empecé un proyecto en línea llamado “Mujer Vota por Mujer”, que se presenta semanalmente en mis redes sociales para dialogar con las candidatas de mi ciudad. Aunque luché con las hermanas, ¡desgraciadamente ninguna fue elegida!


Escribo crónicas y poesías feministas, reflexiones sobre lo que son los feminismos, rompiendo tabúes sobre el tema, hablando de sexualidad y empoderamiento femenino. Cuando se trata de empoderamiento, también planteo la sublevación y la solidaridad ¡Compra a quien lo hace! Dar poder a través de la valoración de los productos y servicios hechos por ellas.


El segundo factor principal para convertirme en feminista fue mi experiencia como profesora. Al principio de mi carrera docente trabajé con alumnos de 4 meses a 5 años. En numerosas ocasiones conviví con estudiantes que sufrieron abusos sexuales, incluso a una edad tan temprana, y fueron violados por personas que se suponía que debían protegerlos. Muchos de estos niños eran hijos de mujeres víctimas de violencia doméstica y sexual, sometidas en relaciones donde su pareja era el agresor de ambos.


Darme cuenta de que lo que les pasaba a ellas podía pasarme a mí o a cualquiera de nosotras, me llevó a estudiar los feminismos como forma de lucha. Si golpean a un ser humano, me golpean a mi. Si violan a un ser humano, me violan a mí.


Insatisfecha, traté de encontrar una manera de actuar socialmente para que el abuso sexual deje de ser un hecho privado para convertirse en un problema público, en el que toda la sociedad luche por su erradicación. No es fácil esta lucha, los procedimientos y tabúes la impiden mientras miles de niños, niñas, adolescentes y personas adultas son abusadas y explotadas sexualmente cada día en el mundo.


Angustiada por esta realidad cambié de nivel escolar para dar clases a estudiantes más grandes. Cuando empecé a enseñar Historia y Religión a alumnos de entre 11 y 16 años, me encontré con otro problema. Además del abuso sexual, hay otra práctica que acaba afectando, sobre todo, a los adolescentes en la pubertad, el consumo de material pornográfico. El tabú de la educación sexual hace que las personas no estén preparadas para vivir su sexualidad de forma saludable.


Sin orientación, los jóvenes y niños buscan respuestas a sus preguntas y comprensión de los cambios en su cuerpo a través de Internet y con otras personas de edad similar. Por desgracia, una sexualidad desinformada aumenta el riesgo de acceso a material pornográfico, actitudes prejuiciosas, violencia y abusos sexuales en espacios desprotegidos como la virtualidad.


De nuevo, los tabúes y la incomprensión enmascaran la vulnerabilidad y la violencia, en un sistema en el que el patriarcado ha dominado durante muchos años, que naturaliza tanta opresión. Es difícil acercarse a lo contrario. ¡Quien se beneficia de la falta de información y del silenciamiento de los oprimidos es el patriarcado opresor!, que sacia sus deseos ocultos de la sociedad en cuerpos vulnerables y marginados por el sistema, que se beneficia de la explotación del cuerpo de otros y del uso de productos químicos.


Hombres y Mujeres deben entender la importancia del feminismo. No hay democracia sin feminismo.


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